Después de algunos años de calentamiento global, y algunos acontecimientos geopolíticos, por fin más empresas y gobiernos están decididos a usar fuentes de energías limpias, lo cual está bien pero un nuevo temor se ha desbloqueado.
En la pandemia aprendimos que China se posicionó como la principal fábrica del mundo, todos los países tenían sus huevos en la misma canasta y de repente, el mundo se vio sin chips para un sinfín de componentes electrónicos y el desabasto generado por las cuarentenas de los trabajadores en la cadena de suministro de muchas empresas logró desestabilizar el plano económico.
Ahora el mundo quiere aprender de lo sucedido para evitar que la historia se repita con las energías limpias.
China cuenta con una gran ventaja sobre la producción de paneles solares en el resto del mundo.
Lo bueno:
Este país ha logrado reducir tanto los costos de producción de los paneles solares que el día de hoy es la fuente de energía más barata en el mundo. Su manufactura es 35% más barata que la de Europa, 20% más que la de Estados Unidos, 10% más que la de India. Sin mencionar que su eficiencia sólo ha ido aumentando con el paso de los años.
Lo no tan bueno:
Se calcula que para el 2025 el mundo va a depender de China para la manufactura de estos componentes. Tan solo de mayo 2021 a mayo 2022 la demanda de importaciones por parte de Europa aumentó un 127% comparado con un año anterior.
Tampoco es algo que haya sucedido de la noche a la mañana, China tiene más de 10 años trabajando en esto. 7 de los 10 mayores productores de poli silicona del mundo, están en ese país y han aumentado del 30% al 80% de la producción global, en una década.
En este punto el resto del mundo ni califica como competidor para China, pero ahora que lo sabemos ¿cuál será el plan?
La transformación al uso de energías limpias, por ahora, está en las manos de China.